Sobre retos y redes sociales

Murió una nena de 12 años. 

Murió, presuntamente, en un reto en una red social. 

“Jugando”.

Cuesta pensar sobre el uso consciente y responsable de lo mediático-digital a partir de la muerte. Ni la angustia ni el dolor son buenos consejeros del análisis. Lo primero es respetar el sufrimiento de sus seres queridos, su privacidad y su intimidad, profundamente conmovida.

Para empezar, lo que nunca podemos perder de vista: la niña es la víctima y no se la debe responsabilizar. Como sociedad no podemos pedirles ni exigirles a niños, niñas y adolescencias que sepan distinguir, analizar o reflexionar sobre situaciones de riesgo antes de que su propio desarrollo madurativo se los permita.

El uso de las infancias y adolescencias (puntualmente menores de 13-14 años) de las redes sociales, es un tema que incomoda. Sabemos que están ahí y sabemos, también, que no deberían estar ahí, que no tendrían que acceder a esos espacios. ¿Necesitamos, como hijxs del rigor, que un caso nos explote en la cara para sentir la incomodidad y evidenciar que están ahí aunque no debieran? ¿Cuánto nos dura esa preocupación? Se suele desvanecer rápido. Hasta el próximo caso de grooming, de ciberbullying, un suicidio… Casos que nos recuerdan que lo que sucede en Internet es real, que tiene efectos reales, que le suceden a personas reales.

Las redes sociales están pensadas para mayores de 13 o 14 años, por diversos motivos.

Porque los menores de esa edad pueden acceder a contenido inapropiado para su desarrollo.

Porque pueden conectarse con personas adultas con malas intenciones, sin contar con herramientas de cuidado o alerta. 

Porque los algoritmos buscan atraerlos y pasan tiempo frente a las pantallas que deberían pasar jugando, al aire libre y con pares.

Porque disminuye la empatía frente a casos de violencia.

Porque consumen estereotipos a edades muy tempranas. 

Porque los invade la publicidad.

Porque viven una cultura de la influencia en momentos de crecimiento y desarrollo. 

Sobran motivos, ¿no?

El uso de las redes sociales de las infancias y adolescencias tempranas responde, muchas veces, a la inercia, la vorágine del día a día y la falta de información seria sobre el tema. Inercia de las infancias por habitar un espacio que lxs convoca constantemente. Inercia de las familias, a las que les cuesta limitar, prohibir o regular su uso. Inercia de los Estados, que no generan suficientes políticas públicas, efectivas y pensadas por y para lxs ciudadanxs digitales. Inercia de las empresas, que permiten que cualquiera tenga una cuenta de usuario, sin verificar o controlar su identidad. Inercia de todxs.

Estado, empresas, escuelas y familias son parte de un entorno que invisibiliza un problema que afecta a niños, niñas y adolescentes. Sin dejar de atender que cada parte tiene un grado de responsabilidad diferente, debemos perseguir un mismo objetivo: el cuidado y la seguridad de infancias y adolescencias en los espacios digitales.

-Si sos familia, habla diariamente sobre Internet y redes sociales. Necesitan de tus cuidados también en entornos digitales. Conocé las plataformas y tomá decisiones a conciencia sobre las plataformas que usan, sobre cómo y sobre cuánto. Tomate tu tiempo para analizar, pensar y decidir.

-Si sos docente, incluí en tus clases el debate sobre lo que pasa en Internet. Mirá tutoriales, abrí debates, trabajá sobre casos reales y haceles sentir a lxs chicxs que pueden pedirte ayuda si hay algún problema.

-Si sos tomador/a de decisiones: activá. Los derechos de las infancias y adolescencias se juegan también en Internet y no podemos preocuparnos dos días cada cierto tiempo, siempre a raíz de una tragedia que se torna mediática. 

Cuidar a lxs pibxs es una tarea conjunta y es responsabilidad de todxs.