Educar es la relación

Ayer conversábamos con estudiantes del grado de Pedagogía de la Universidad de Barcelona sobre el cansancio.

Es un grupo mixto, con alumnos y alumnas de 2do, 3ro y 4to año de la carrera.

La asignatura se llama “Cultura visual y digital”, una optativa de 15 encuentros, en donde el propósito está en brindarles herramientas para estudiar mientras practican acerca de la materia.

Peter Handke escribe en “Ensayo sobre el Cansancio” sobre el hecho de que todos y todas tenemos cansancio en esta era, algo que Byung Chul Han comenta en su libro “La sociedad del cansancio”.

Handke hace énfasis en la cuestión sistémica, cultural y social del problema, que tomando la idea de Sibilia de las tecnologías como históricas, pasa en buena medida por la convivencia con los medios (hoy digitales) que disponemos en ese momento.

Los problemas o asuntos de las sociedades tienen mucho que ver con sus tecnologías contemporáneas. 

En la actualidad, señala Handke, no hay un cansancio del nosotros, sino que vivimos en un cansancio del yo. Ahí plantea el autor la idea de despertar o cultivar un cansancio elocuente, fundamental, uno que empieza por reconocer la alteridad, a la otra persona, que también está cansada.

Convertir el dolor en aventura, dice Fabián Casas, que es uno de los mantras ante los problemas de la vida cotidiana.

Vivir en estado de pregunta y de servicio, ser tolerante ante la otredad como diría Kant en su ética, mostrarse permeable al mundo.

Porque cuando el yo se aminora, crece el mundo.

La clase de ayer fue un ejercicio práctico de esto que venimos comentando.

Comenzamos sentados en ronda con una pregunta: ¿cómo estás? 

Pusimos una regla: si a alguien le daba vergüenza o timidez o lo que sea hablar y contar sus emociones del día y del momento podía hacer una seña y pedir que el resto del grupo cierre los ojos. No es la primera vez que hago esta dinámica en clase. Con otros grupos de estudiantes en años anteriores lo he puesto en experiencia y nunca nadie pidió este comodín. Hay quienes son más escuetos, que simplemente pasan su turno, pero que sin embargo son quienes más atentos están, para poder escuchar a los demás. En siguientes encuentros, repitiendo la dinámica, nos convidan con más intervenciones. 

Hay que dar el espacio en la clase, es lo primero. Pero también hay que dar tiempo. 

Mi terapeuta, la Negra Graciela, me dice que de eso hablaba Einstein cuando se refería a la relatividad. No es que pueda pasar o no, es que se da en la relación en el tiempo y el espacio. La relatividad es la relación.

Luego del cierre de la pregunta, más de media hora después, puse el tema que nos convocaba en la mesa: el cansancio.

Empezaron a aparecer vivencias personales, de manera espontánea comenzaron a compartir sus intimidades, sus miedos y reflexiones en torno a ellas.

Conectamos desde la vulnerabilidad común, como enseñaba Mariana Moyano, desde lo que nos hace humanos: el dolor.

Y también el amor, porque ante un relato duro, de una vida pesada, signada por la precariedad o las ausencias, puede salir la palabra de una compañera que no te conoce (más que por compartir alguna otra asignatura o verse en los pasillos), que te arropa, que te cuida, desde lo que sabe, a partir del hecho de también haber estado ahi.

La sensación de estar como docente fuera de ese círculo, delante de la clase, viendo como la palabra circula, cómo la pregunta va moviéndose como agua en el rio, es muy compleja de describir. En esos momentos solo queda estar atento y en silencio, para ubicar de vuelta el siguiente interrogante para seguir pensando en común.

La relación entre el grupo (estudiantes + docentes) con el mundo, que se traduce en acercarse con curiosidad al asunto en cuestión, implica habilitar la pregunta, promover el pensamiento autónomo, poner en palabras una idea, manipularla (tocarla, mientras la decimos), y ponerla en el círculo de la conversación.

Todos los cuerpos pueden aprender, por eso como docentes tenemos que poner atención en las formas en que les convidamos a participar de la clase, con el sentido puesto en el cuidado del mundo y las personas que lo habitamos.

 

EPK