Apuestas online: síntoma digital, problema cultural y abordaje educativo, desde los cuidados.
Juana está dando clases en la escuela. Hoy le toca con el grupo de 7mo grado, un curso especial para ella porque con el correr del tiempo ha sabido crear en clase un espacio seguro en donde chicos y chicas encuentran un lugar para aprender participando, dialogando y debatiendo sobre asuntos escolares y conectándolos con sus vidas cotidianas.
Sin embargo, últimamente Juana está preocupada. Hay un grupo de chicos que hace rato están como ausentes en clase. Asisten, están presentes en el aula, pero pareciera como si no estuvieran. Tienen cara de preocupados, angustiados, pendientes de algo…pero Juana no sabe de qué. Cuando acude a hablar con la directora del centro recuerda una particularidad: en las últimas semanas le piden ir al baño, constantemente. Salen en grupos de 2 o 3, con sus celulares en el bolsillo (en clase han acordado que no se utilizan salvo cuando hay dinámicas pedagógicas puntuales), y vuelven, o bien eufóricos, o con una gran desolación.
Esta situación hipotética poco tiene de ficción. Es algo que pasa a diario en muchas escuelas en todo el territorio nacional (fenómeno que también empieza a verse en la región y el mundo). Chicos y chicas en edad escolar que están “enganchadxs” con las apuestas online (casinos virtuales, apuestas deportivas, etc.). Esta problemática emergente excede al territorio escolar, ya que las redes sociales de internet traspasan paredes, siendo también un problema en casas u hogares complejo de atender.
¿Cómo cuidar a pibes y pibas en estos nuevos entornos?
Síntoma digital, problema cultural
Las apuestas online se presentan como una actividad libre: nadie está obligado a hacerlo. Llevan consigo cierto status de pasatiempo aceptable y socialmente deseado. De hecho, cuenta con un aparato publicitario masivo que se dedica a normalizar la práctica. En la tele, en el celular, en las redes, como sponsors de las camisetas de los principales clubes o selecciones de fútbol. Está en todos lados. También se las fogonea a través de periodistas, influencers, personalidades destacadas, ídolos deportivos, etc. “Vení a jugar, si vos sabes de esto”, parecería ser el mensaje standard del problema cultural contemporáneo.
Son muchas las situaciones que hacen que un chico o chica empiece a apostar. Ya sea por imitación, refuerzo social o presión de pares; o bien por esta normalización que existe a nivel social respecto a estas prácticas. Para poder cuidar, acompañar y enseñar necesitamos comprender que el síntoma digital (la dependencia con las apuestas) es un problema cultural, que tiene múltiples aristas y que no puede por tanto abordarse sólo desde las escuelas. Estamos frente a un problema colectivo (sistémico) que nos convoca como personas adultas responsables del cuidado de los derechos de la infancia.
Las fronteras entre videojuegos y apuestas online
Sumado a la normalización de las apuestas en la arena pública, existe otra cuestión más a atender. La misma aparece en uno de los territorios que más ocupan el tiempo de chicos y chicas: los videojuegos. Hablamos de Fortnite, FIFA, League of Leyends, Clash of Clans, utilizados por millones de usuarias y usuarios a lo largo y ancho del mundo. Estos presentan lo que se conoce como “cajas de recompensa” (loot boxes), mecanismos que introducen dinámicas de azar en medio de sus experiencias lúdicas, constituyéndose así en un puente físico y concreto (o un tobogán, si se le prefiere).
Conocidas también como cofres-botín, imitan el modelo de funcionamiento de las máquinas tragamonedas, como reveló Tristan Harris y su Center for humane technology, operando con la gratificación instantánea, como los likes o “me gusta” de las redes sociales. Son mecánicas de monetización específicas, productos que las y los usuarios pueden adquirir por medio de microtransacciones en alguna fase del juego. Estas cajas pueden contener una gran variedad de elementos o recompensas, desde el jugador de fútbol del equipo deseado (en el caso del FIFA), la skin más legendaria para tu héroe (en Fortnite o Save the World) o el arma que necesitas para derrotar a tus adversarios (World of Warcraft). Su contenido es aleatorio, nunca sabés lo que te va a tocar.
La persona que estaba jugando online llegó a la frontera del juego. Del otro lado, entramos en territorio del azar.
Cuidados sociodigitales
La ludopatía es un trastorno reconocido por la OMS, siendo también entendida como una forma de adicción sin sustancias (DSM-5 es la sigla que utiliza la American Psychiatric Association para definirlo). Estamos frente a una problemática social, cultural y educativa que se agiganta por su facilidad de acceso, inmediatez e intensidad. Podemos apostar en cualquier momento del día y desde cualquier lugar a través de los dispositivos móviles.
Mientras que el problema recién está emergiendo en el debate público y no se vislumbra una regulación que pueda contrarrestarlo, ¿qué podemos hacer como adultos cuidadores?
No existe un botón que resuelva los problemas que trae la digitalización de la vida cotidiana. Tampoco alcanza con los denominados controles parentales. Hablar del diálogo, a partir de una escucha genuina, pareciera ser una verdad de Perogrullo, pero lo cierto es que es el principal recurso con el que contamos para contener a los cada vez más testimonios de chicos y chicas pegadxs con las apuestas online. Para ello, necesitamos meternos de lleno en sus consumos culturales para poder pensar junto con ellos y ellas e intentar resignar, es decir dar un nuevo signo, a lo que entendemos por juego y por apuesta. Esto implica discutir los mensajes que les aparecen frente a sus retinas a diario, y a su vez hablar sobre ciertos mecanismos que aparecen cuando juegan online.
Desde Faro entendemos la construcción de la ciudadanía digital como un desafío cultural, que requiere de metodologías y procesos de cuidado y acompañamiento de chicos y chicas en internet. Algo que tiene que fomentarse tanto en las casas, en las escuelas y en todo ámbito en el cual habiten y convivan chicas y chicos. Necesitamos, por un lado, crear espacios de escucha, promover el diálogo abierto y horizontal, y acompañar a nuestras niñeces y adolescencias para que puedan valerse de la potencialidad que ofrecen los medios digitales, pero a su vez minimizar sus riesgos.
Por el otro lado, es urgente instalar el tema en la agenda pública, para poder visibilizar la problemática y potenciar un abordaje de estos temas desde políticas públicas, que deben resultar acordes a las nuevos contextos digitales y las prácticas que en ellos despliegan niñas, niños y adolescentes, incluyendo estos ámbitos como parte del sistema de protección integral de derechos.
Mariana Melgarejo y Ezequiel Passeron, para Faro Digital