En la actualidad, la humanidad convive con el auge y la masificación de las denominadas inteligencias artificiales generativas. Pero hagamos un poco de historia para recordar cómo era nuestra relación con tecnologías anteriores.
Ver una película en el cine y encontrar el hueco en la pared por donde se reproduce la cinta, volverse un aficionado que arma y desarma sus aparatos de radio o tomar una herramienta y desmontar la televisión para reparar algún desperfecto técnico. Ir de visita a un estudio de televisión o redacción de periódico como excursión escolar. ¿Qué tienen en común estas situaciones?
Medios de comunicación para armar y desarmar
Quienes tengan más de 30 años tendrán en su memoria alguna de estas experiencias como parte de sus vivencias con diversos medios de comunicación analógicos. El hilo conductor de estas historias o situaciones es que en todas se evidencia la posibilidad de conocer e incluso incidir en el funcionamiento de los medios de comunicación que se utilizaban. “Meter mano”, armar y desarmar, intentar comprender sus funcionamientos e incluso incidir en ellos. O dicho de otro modo: materialidad. Los artefactos o medios de comunicación analógicos proponían y disponían de una lógica material que estimulaba otra manera de vincularnos con ellos a partir de los sentidos y, por ende, de la exploración.
El tipo de relación con los medios de comunicación analógicos y la posibilidad de conocer y observarlos materialmente generaban una comprensión específica sobre sus mecanismos. Esto no quiere decir que se sabía todo, claro que no. Había cierto halo de misterio en cómo la cinta de un cassette cargaba la música o cómo un equipo de fax reproducía tan rápido una imagen. La exploración no significaba conocimiento acabado (salvo para físicos o mecánicos especializados) pero sí una posibilidad de mayor conocimiento y exploración.
La nube que no es nube
La irrupción de los medios y plataformas digitales modificó de lleno nuestra experiencia en el mundo. Las lógicas digitales en general, e Internet en particular, restringen el público que tiene las habilidades para armar y desarmar (ya no basta con un destornillador o mirar a la pared en el cine) y modifican completamente la sensación de materialidad. Internet no se toca ni aunque tuviésemos el destornillador adecuado.
Podemos desarmar los ordenadores de escritorio o portátiles, pero lo cierto es que Internet y la Web impregnaron de un estilo intangible la era digital. Los conceptos que comenzaron a utilizarse para nombrar elementos de lo digital no ayudan (todo lo contrario): la nube quizás es símbolo máximo de esta característica. Basta hacer una encuesta randomizada para observar que la mayoría de las personas cree que se habla de una nube real que habita en el cielo. Este desconocimiento no es ignorancia, es marca de época.
El vínculo con lo digital y con Internet en particular se volvió intangible y la experiencia de exploración afectó de forma significativa y esto sin dudas impactó en la apropiación. Pero no solo por las características no materiales de lo digital, sino porque se consolidó un gran desconocimiento sobre los usos y características básicas de Internet, sin dudas reforzada por la incapacidad de explorar y la ausencia de una alfabetización digital. Como sostiene el filósofo español, Daniel Innerarity, vivimos en un mundo de segunda mano.
¿Qué es Internet? ¿Cómo funciona? ¿Qué es un servidor? ¿Cómo se organiza la información en un buscador? ¿Por qué algo aparece primero y otra información mucho después? ¿Por qué una plataforma me sugiere determinados contenidos y no otros?
Si volvemos a realizar una encuesta randomizada es probable que la mayoría de las personas no sepan e incluso no se hayan preguntado seriamente muchas de esas preguntas. Lo lejano, intangible e inexplicable como marca de época nuevamente.
La ¿inteligencia? artificial
Y entonces llegó la llamada inteligencia artificial y con ella, una profundización en la falta de capacidad de exploración y comprensión general sobre su funcionamiento que hace necesaria una alfabetización digital.
¿Cómo funciona? ¿Por qué la llamamos inteligencia? ¿Cómo aprende? ¿Cómo se vuelve inteligente?
Así como el concepto de “nube” potenciaba la sensación de inmaterialidad de las plataformas digitales de las últimas décadas, el uso de la palabra “inteligencia” produce un efecto similar: aleja el objeto de estudio de nuestras categorías para pensarlo.
Colocarle características humanas (inteligencia, aprendizaje, comprensión, análisis, memoria, etc.) a un tipo de programa o plataforma digital se llama antropomorfismo y si bien muchas veces nos sirve porque vuelve más sencillo el asunto, en el trasfondo nos puede dificultar la comprensión más acabada del tema.
Alfabetización digital que nos prepare
La alfabetización tiene que ver con ciertos conocimientos básicos que las personas debemos tener para transitar plenamente la vida. Evidentemente, que la alfabetización es un concepto en movimiento y contextual: no se consideraban los mismos conocimientos básicos los que se necesitaban hace 50 años que los que se necesitan ahora. Y menos aún, en un contexto en donde niños y niñas suelen ser usuarios de internet antes de aprender a leer y escribir, como manifiesta la investigadora Eugenia Mitchelstein. En la actualidad no basta con saber leer y escribir para poder transitar plenamente este mundo. Hoy en día ya se habla de diversas alfabetizaciones, no una sola que sea única y estanca para todas las personas.
Sin dudas una alfabetización digital es indispensable porque, como venimos hablando, implica conocer el funcionamiento y las formas de uso de las plataformas digitales que utilizamos diariamente. Conocerlas para lograr una apropiación y, por ende, un uso más pleno, creativo y crítico o reflexivo.
ABC sobre la Inteligencia Artificial
¿Cómo comprender la lejanía que nos separa del concepto de inteligencia artificial? Empecemos por información que nos ponga en tema:
Hablar de inteligencia artificial (IA) es hablar de algoritmos que tienen como objetivo reproducir determinadas características de la inteligencia humana. Aunque no lo sepamos, utilizamos IA desde hace años: en los mapas de geolocalización que nos indican caminos, en el autocompletado a la hora de utilizar buscadores de información o incluso en las recomendaciones de consumos o preferencias en redes sociales. Podemos concluir entonces que la inteligencia artificial no es una novedad si la pensamos como concepto, pero tampoco como práctica ni uso digital. ¿Por qué entonces el 2023 parece ser el año de la IA?
Comenzamos a hablar sin parar de IA cuando el Chat GPT entró en escena. ¿Qué tiene de particular este chat y por qué significa un cambio en nuestra forma de utilizar la inteligencia artificial? Porque implica un nuevo nivel de IA: Inteligencia Artificial Generativa.
La IA generativa es una forma de aprendizaje automático capaz de crear contenido único y nuevo. Existen distintas formas de IA generativa dependiendo del contenido que cree: puede producir texto, imágenes, vídeos, música o audios. Chat GPT dio inicio al uso masivo de una IA generativa que crea texto. Existen otros programas actualmente que utilizan este tipo de IA que crean música, vídeos o imágenes pero que aún no tuvieron la escala de Chat GPT.
¿Cómo funciona la IA generativa? Para empezar, debemos comprender que no aprende como los humanos, sino que se basa en un aprendizaje automatizado donde se focaliza en patrones y relaciones de datos, es decir, repetición y asociación. Por el momento, y esto es importante remarcar, la IA generativa toma como base creaciones humanas para su aprendizaje y en cada uso que le demos a un programa de este tipo, estamos contribuyendo a su aprendizaje y puesta en práctica.
Debates y preguntas importantes
Si ya sabemos en términos generales qué es la IA y la IA generativa, empecemos a debatir y a hacernos preguntas:
¿Puede dejarnos sin trabajo? ¿Qué normas éticas debería incorporar? ¿Cómo resguardar el derecho de autor? ¿Se puede distinguir información falsa de verdadera? ¿Y evitar que se creen imágenes falsas? ¿Qué beneficios traerá?
Y quizás la más apocalíptica de todas: ¿nos puede reemplazar?
Para contestar a esta pregunta, vamos a explorar su propio funcionamiento. Le preguntamos al chat GPT4: ¿la inteligencia artificial puede reemplazar a la humanidad? Aquí su respuesta:
“La idea de que la inteligencia artificial (IA) pueda reemplazar completamente a la humanidad es un tema de debate en la comunidad científica y filosófica. Hasta la fecha de mi conocimiento en septiembre de 2021, no existe evidencia ni consenso en que la IA pueda alcanzar ese nivel de autonomía y conciencia para reemplazar a la humanidad en su totalidad. Aquí hay algunas razones por las que esta noción es altamente especulativa: 1. Falta de conciencia: La IA actual, incluyendo los sistemas más avanzados de aprendizaje profundo, carece de conciencia y autoconciencia. Son herramientas que procesan datos y ejecutan tareas basadas en algoritmos y patrones, pero no tienen pensamiento ni comprensión real.”
Para seguir pensando en una alfabetización digital dinámica y constante será clave meternos de lleno en el tema con la pregunta en el bolsillo. Indagar, investigar y cuestionar la información que nos rodea. Una invitación a conocer, disfrutar y aprovechar estas plataformas, acompañando su resultado de preguntas y búsqueda de información que nos empodere.
Escrito por Lucía Fainboim, Directora de Educación de Faro Digital, para el blog Think Big de Telefónica.