Relaciones socio-digitales

Conductas y comportamientos

Hace rato, sobre todo con la instalación definitiva de las redes sociales, que Internet es un nuevo espacio público, donde se ponen en juego todas y cada una de las conductas humanas. En la actualidad, las sociedades modernas hemos dado a la Web un caracter central, donde nuestras relaciones convergen e inciden directamente con lo que sucede más allá de la pantalla. Las realidades se relacionan y se afectan todo el tiempo.

Se calcula que internet cuenta con más de 2,3 mil millones de usuarios activos en redes sociales. Una inmensa nación, del tamaño de dos Chinas. Internet es un espacio donde se replica el conflicto, el choque de intereses, la disputa de poder.

En este contexto, hubiera sido necio esperar que no se trasladen a lo digital actitudes tan humanas como el bullying, el acoso, la discriminación, xenofobia, o la violencia en términos generales.

La particularidad está en que cuando estas manifestaciones suceden en la Web, ubicamos a lo digital y sus entornos como creadores o responsables de estos fenómenos, como si no nos fuera propio este escenario, ni fuese lo que sucede en la web un fiel reflejo de lo que sucede en la calle, en las oficinas, en las universidades, colegios, y los distintos ámbitos donde los seres humanos tejemos relaciones. 

Alejamos, desconocemos, establecemos la otredad, sin reconocer esa identidad como propia de nuestra sociedad, sino como algo ajeno.

La dificultad que esto plantea, más allá de lo filosófico, es que al no reconocer los problemas de violencia en la Web como propios de sociedad de la cual formamos parte, no nos hacemos cargo de encontrar soluciones o paliativos. Si nos es ajeno, lo resolverá otro. Lo condenamos, en todo caso. Pero no es suficiente.

En la última encuesta realizada a niños, niñas y adolescentes por UNICEF en 2016, el 80% de los chicos y chicas entrevistados manifestaron haber experimentado una situación negativa en Internet. El 24% coincidió en estar expuesto a contenidos violentos o provocarlos. El 20% respondió estar expuesto al bullying o maltrato. Y el 13% a discriminación por distintos motivos.

Nuevos espacios para ocupar

Estos datos reflejan buena parte del escenario con el que conviven los jóvenes en los entornos digitales. Por supuesto, ellos no son los únicos. Las manifestaciones de violencia suelen aparecer también entre adultos, inundando la red de publicaciones, hashtags, comentarios de noticias, memes y otros contenidos que no hacen más que confirmar la tendencia, y su complejización: lo que al principio era un servicio utilizado para el intercambio de conocimiento e información, con infinitas posibilidades de conocer otras culturas, de favorecer al aprendizaje y al autoconocimiento, se fue transformando en una “arena social” más, donde jóvenes y adultos no hacen más que proyectar sus actitudes “analógicas” habituales, en espacios web.

Ahí se impone la necesidad de reformular nuestro uso, reveer nuestras responsabilidades como ciudadanos digitales. La enseñanza de valores positivos, cuidados, consejos, respeto y convivencia tiene que ser fomentada de la misma manera que lo es en el mundo “analógico”. Esa es una necesidad que parte de la premisa de comprender internet como un nuevo espacio público de relaciones humanas. Solo así el ecosistema generado entre los usuarios sacará un buen provecho de la potencia que tiene internet.

Facundo Bianco, para Faro Digital.