Derribando mitos: la amistad digital es real

Amigxs

La amistad es un concepto que recorrió las diversas culturas, estratos sociales y económicos de la humanidad. Atravesó momentos históricos, edades, tribus, códigos, reglas y normas y formas de comunicarse de nuestra historia. Desde que la humanidad se vincula y comunica -sea de la forma que sea- se construyen formas de amistad, hayan tenido ese título o no. Lo que importa es lo que se atribuye a ese término, no el término en sí.

Cuando alguien califica de “amigo” a otro, no suele ponerse en duda la veracidad de esa categoría. Basta con que ambas personas se consideren amigos para que así lo sean. No existen un tercero o tercera neutral que deba confirmar ese rótulo.

Entonces, ¿por qué los adultos nos sentimos con la capacidad de decidir si los amigos que alguien construye en espacios digitales, son o no amigos “reales” o “de verdad”?¿Por qué desde que las redes sociales se constituyeron como espacio clave de la socialización de chicos y grandes, ponemos una y otra vez en duda la amistad que allí surge y se potencia? ¿Con qué medida podemos calificar diversas relaciones de amistad? ¿Es acaso más real una amistad de pocas palabras que se construye en recreos o en un club, que una donde hay diálogos que duran horas en un chat? ¿Es acaso más real la diversión de una amistad donde la risa tiene sonido, que otra donde es solamente escrita?

¿Por qué la tecnología digital nos otorgó ese permiso tácito de ser jueces de las amistades ajenas? Seguramente, la respuesta sea el desconocimiento y la lejanía.

Amistad en red

Como adultos no crecimos con redes sociales ni chats que nos permitieran conocer frecuentemente gente, y por lo tanto no hicimos propia esa posibilidad, ni en nuestra niñez ni en nuestra adolescencia. Esa falta de experiencia lucha contra la posibilidad de crear empatía con los chicos y chicas de hoy.

“Con mis amigos vivíamos en la calle jugando a lo que sea”; “amigos eran los de antes, que se la pasaban en la cancha o en el club”. Estas y otras tantas frases son ejes del discurso con el que los adultos actuales, en general, menosprecian las relaciones digitales de los chicos. Lo que muchas veces no terminan de comprender, es que esa actitud es la forma más rápida de destruir el puente que debería unirlos con esos jóvenes, quienes los dejan de sentir como referentes y, por ende, no acuden a ellos ante problemas o dudas importantes.

Volviendo al tema de la amistad: ¿son reales las que se construyen en Internet? Basta con que las dos personas así lo sientan para que sea verdadera. Basta con que compartan, se vinculen, se conozcan y pasen buenos o malos momentos juntos. Juntos, sí, sin comillas. La tecnología permite estar juntos aunque no nos toquemos, ni sintamos el olor, o escuchemos la voz del otro. Esas ausencias hacen distintas a las amistades digitales, pero no minan su identidad. Las amistades digitales tienen características propias, que deben ser conocidas, pero que no atentan contra su propia esencia: ser un vínculo de amistad.

Algunas reflexiones

Plantear lo real de la amistad digital no implica abolir el trabajo y análisis sobre los riesgos que dichas amistades pueden traer aparejadas. En Internet es muy fácil que los adultos creen perfiles falsos y aborden a niños, niñas o adolescentes con diversos fines: que den información económica de la familia, que brinden datos personales, o, incluso abusar de ellos sexualmente. Lamentablemente, pedófilos y abusadores hubo siempre. Las nuevas tecnologías digitales les brindan a estos criminales herramientas novedosas para acercarse de forma más sencilla y eficaz a miles de menores. Esta realidad debe ser abordada por los adultos a través de información confiable para prevenir y detectar situaciones de alerta, y gestionar casos donde haya sucedido algún tipo de problema. Que esta realidad exista, no va en contra de pensar que las otras, las relaciones donde no hay adultos interviniendo, son valiosas e importantes para los chicos y chicas. No debemos dejar que estos miedos nos paralicen y nos alejen de ellos, que son quienes nos necesitan con urgencia.

Si como adultos no entendemos que los chicos y las chicas sienten reales dichas amistades, no entenderemos sus momentos de socialización, no podremos ponernos en su lugar y a corto o mediano plazo, nos desdibujaremos como adultos referentes. Necesitamos, entonces, dialogar y comprender la importancia de esas redes y amistades para ellos, y así acompañarlos a transitarlas de la forma lo más sana y responsable posible, siendo adultos también en Internet.