Día del niño: regalemos desconexión

Desconexión

La plaza está llena. Los chicos y las chicas corren, se tropiezan, suben y bajan de los juegos ansiosamente, aprovechando cada segundo de este oasis primaveral en invierno. Se escuchan los gritos de alegría y entusiasmo mezclados con algún llanto por una caída, fruto del apuro por correr y disfrutar cada segundo. En medio de este vaivén de ruidos infantiles se escucha: “perá perá, vení ponete de nuevo como estabas recién que te saco una foto”; “dale, dale, sonreí dale”; “a ver cómo hacías recién, mostrame”.

Celular en mano, la población de padres y madres se preocupa, casi constantemente, por tomar fotos de todo lo que pasa ahí, esa tarde. Si tuviésemos que congelar fotográficamente el momento, veríamos a los chicos ir y venir, jugar y reír frente a padres que los miran a través de sus celulares, imponiendo una pared digital entre ellos.

Otros chicos y otros padres en la misma plaza, mismos celulares pero otra actitud. “papá: mirá mirá”; “ahí voy, esperame un cachito”; “perá que termino de escribirle algo a mi amiga”; “dale ma, mirame”; “si si, ya voy, bancame que estoy charlando algo importante”. Si volvemos a congelar el momento, vemos a niños y niñas disfrutando del aire libre, la plaza, los juegos y la infancia, y por otro lado, padres que están pero no están. Están físicamente, pero su mente está en sus celulares. Chateando, mirando la vida de los demás en Facebook o Instagram, leyendo noticias o trabajando. No los miran, o los miran de refilón. No los escuchan con atención, o simplemente responden en forma automática. De pronto algún chico o chica se cae, se lastima. Hay que primero dejar el celular y luego acudir.

Pero la plaza cuenta con excepciones. Sí, no todo está perdido. Están los abuelos, los abuelos mayores de 75 (los menores actúan igual que los padres por lo general):

Ellos no tienen celular en mano, ellos miran y escuchan a los chicos, les responden e incluso les proponen otros juegos.

Ante esta escena, que se repite en plazas, playa, peloteros, casas o shoppings, nos proponemos preguntar ¿son estos mismos padres los que dentro de siete años se van a quejar de que sus hijos no se despegan del teléfono? ¿Son estos mismos los que van a decir que no entienden cómo no viven los chicos de hoy la calle y el aire libre?

¿SE DAN CUENTA ESTAS MADRES/PADRES QUE SON EL EJEMPLO PARA SUS HIJOS/AS?

Si bien esta nota no busca profundizar en los momentos que no aprovechamos o nos perdemos, como padres o adultos en general, cuando mediamos todas las actividades que realizamos con los chicos con un celular, vale la pena recordar que sucede, y mucho. Nos focalizamos más en mostrar lo que estamos viviendo, que en vivirlo. Nos importa más exponer que estar realmente donde estamos. Pero esto, sin dudas, sería tema para una nota completa.

Lo que buscamos contar, contagiar y compartir, es que los niños de hoy que viven una infancia atravesada por la tecnología, nos toman de ejemplo. Si como adultos les enseñamos a estar todo el tiempo con el celular o la tableta en la mano, si les transmitimos la idea de que nuestra prioridad es lo que sucede dentro de esos dispositivos ¿qué esperamos que ellos hagan en unos años?

Para este Día del niño, Faro Digital les propone regalar desconexión. No les decimos que se vayan a vivir al campo o una isla. No, es mucho más simple. Si van a pasar tiempo con sus hijos, sobrinos o amigos, dejen el celular en un lugar fijo. Chequéenlo cada tanto, no les vamos a pedir milagros. Pero no lo tengan como extensión de su mano, siempre presente. Disfruten del momento, que pasa rápido. En un abrir y cerrar de ojos, esos chicos van a tener 12 o 13 años, y ustedes van a estar rezongando porque “vive con el celular”.

Lucía Fainboim